Corto documental poético
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La película trata sobre los creadores de “documentales poéticos” de los países bálticos, y sin embargo es en sí misma un documental poético: se teje a partir de fragmentos evocadores de la obra de los artistas destacados, entrevistas contemporáneas e imágenes actuales de los lugares y las personas retratadas en sus películas. En lugar de contar una historia de forma estructurada, los periodos y lugares cubiertos se mezclan entre sí, y se deja que el público complete gran parte de la información contextual y de fondo por sí mismo. ¿Fue esto un homenaje intencionado a su forma de trabajar, o simplemente fue el método de presentación que le pareció más apropiado?
Como había obstáculos que no les permitían explorar el “horizonte”, subieron a la “vertical”. Y combinaron los hechos con las imágenes. Herz Frank, en su fantástico libro de 1975 El mapa de Ptolomeo, lo explica como una pulsación: hecho-imagen-hecho-imagen – manteniendo el foco en el Hombre y añadiendo pensamientos filosóficos.
Los cineastas bálticos también eran únicos en la calidad de su arte visual: a menudo utilizaban pantalla ancha, bellas imágenes, imágenes que hablaban, no tanto texto, y rara vez con voz en off. Y si había texto o voz en off, no era para narrar o comentar las cosas que veíamos en la pantalla, sino más bien líneas poéticas que resaltan la esencia de los personajes y los acontecimientos.
Características del documental poético
Un documental registra hechos reales. Cualquier tema puede prestarse a un buen documental siempre que despierte su interés. “Los documentales siempre han sido para mí una forma de vivir a través de un tema”, dice la cineasta Truen Pence. “Cuando empecé a hacerlos, fue a través de cosas que simplemente me interesaban”.
Tanto si tu objetivo final es un estreno en el Festival de Cine de Sundance, como si quieres transmitirlo para un público en Netflix o en tu propio canal de YouTube, los documentales suelen entrar en las siguientes seis categorías. Antes de empezar a pensar en los guiones gráficos o las listas de tomas, determina primero qué tipo, o combinación de tipos, te gustaría hacer.
Los documentales poéticos son como poemas audiovisuales. Se centran más en el estado de ánimo y el tono que en la narrativa. La película de Werner Herzog de 1971 Fata Morgana entra en esta categoría, con un narrador en off que cuenta un mito de la creación maya sobre imágenes de desiertos africanos.
Los documentales expositivos cuentan historias reales. Estas películas suelen incluir imágenes de archivo o fotografías combinadas con una narración en off llamada “Voz de Dios” por su estilo autoritario. Las películas de Ken Burns que la PBS emite sobre la Guerra Civil, el jazz y la Gran Depresión son grandes ejemplos de este género.
Cine vérité
Frente a la tradición documental soviética de posguerra, la nueva generación de documentalistas letones, lituanos y estonios -influenciados por las obras de Dziga Vertov y Robert Flaherty- comenzó a prestar atención a los personajes en sus entornos mundanos, lo que dio lugar a lo que hoy se conoce como Movimiento Documental Poético Báltico de las décadas de 1960 y 1970. Estos documentales, que retratan a las poblaciones locales y las zonas remotas, se centran en las aldeas y los entornos naturales. El estilo observacional, las decisiones intuitivas tomadas directamente en las localizaciones y un amplio uso de metáforas visuales son algunos de los rasgos comunes característicos de estas películas.
Documental reflexivo
El modo poético se introdujo en los documentales en la década de 1920 como “reacción contra el contenido y la gramática rápidamente cristalizada del primer cine de ficción”. Según Nichols, el modo poético “se aleja de la realidad ‘objetiva’ de una situación o de un pueblo determinado, para captar una ‘verdad interior’ que sólo puede ser captada mediante la manipulación poética”. En otras palabras, se muestra al público una representación abstracta y subjetiva de la realidad, lograda a través de técnicas como el énfasis en los elementos visuales y una narración organizada para adaptarse al estado de ánimo del documentalista/documentalista, en lugar de la organización lineal y lógica que seguían las películas anteriores.
Olympia (1938), de Leni Riefenstahl, es un ejemplo clásico de cómo un documental poético enfatiza los elementos visuales para animar al público a comprender una “verdad interior” del texto. Este documental se centra en los atletas arios que representan a la Alemania nazi en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. Riefenstahl glorifica la capacidad atlética y el aura de estos atletas mediante el énfasis en los ángulos de cámara baja y el montaje a cámara lenta. Además, Riefenstahl manipuló el montaje de sonido del documental para que la música de fondo coincidiera con los movimientos de los atletas; influyendo así en una atmósfera de unidad y poder de los sujetos. Estas evidentes distorsiones de la realidad tenían, de hecho, la intención de utilizar el “documental” como fuente de propaganda nazi para alimentar el patriotismo dentro de Alemania y, por tanto, demuestran cómo los documentales del modo poético presentan una realidad sesgada y subjetiva.